Los antiguos griegos observaron que estas semillas poseían un peso bastante constante, alrededor de 0.20 gramos, lo que las hacía ideales para medir metales preciosos.
A lo largo del tiempo, la terminología asociada a esta unidad ha evolucionado a través de diferentes idiomas. Comenzó con el término griego "kerátion", que hace referencia a la semilla del algarrobo, continuó con el árabe "qīrāṭ2 y más tarde se transformó en el italiano "carato". Esta evolución culminó en la adopción del término "carat" en el inglés alrededor del siglo XV. Así, al hablar de una pieza de oro de 24 quilates, resulta fascinante reconocer el lazo histórico que existe con esta antigua semilla.
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