viernes, 4 de octubre de 2013

Romería del Pilar: 12 de octubre


Recuerdo con emoción la romería del 2012. Así lo pasamos.

Después de la celebración de la misa y si el tiempo no lo impide, salimos de romería con la Virgen de los Álamos, con los pendones y estandartes. Acompañaremos con canciones, durante el camino, a Nuestra Señora y en especial la de la Virgen de los Álamos.
Los banzos  de las bandas sobre los que se lleva la Virgen, que son cuatro se subastan varias veces a lo largo del camino, lo mismo que la subida y bajada de la Virgen a su trono.
 
No nos olvidamos de nuestros muertos, se reza un responso en su recuerdo y, a continuación a comer. Como se ha dicho, el Ayuntamiento nos invita a la comida. Unos gaiteros amenizan la fiesta.  


Se regresa al pueblo, rezando el Rosario cantado y parando 4 veces. Cuando nos vamos acercando al pueblo las campanas empiezan a repicar con alegría.

Ya en la iglesia se vuelven a subastar los banzos y las roscas donadas por la gente. Finalizamos la Romería del Pilar con una Salve.

Mari Cruz B.




1 comentario:

  1. He leído un article muy interesante (http://dueroblog.wordpress.com/) de un viajero en bicicleta, sobre nuestra ermita

    Hay una pequeña ermita en Tardajos de Duero junto al río, con un recogido pórtico, encalado y al socaire, que me ha permitido parapetarme del fuerte sol y descansar las piernas. Se oye a lo lejos un aeroplano; quizás alguna avioneta de poca monta y mucho ruido, que confunde su zumbido lejano con el de las moscas que sestean, como yo, en el interior de la ermita. Son cerca de las seis de la tarde y el cielo se mantiene encapotado, aunque parece que la noche será clara.


    Entra ahora el sol por la reja semicircular que protege el pórtico de la ermita, en el que hay dos poyos bien enjalbegados, ideales para reposar de una larga caminata, que habrán oído, a buen seguro, muchas cuitas de los parroquianos y parroquianas de esta vieja parte de la Vieja Castilla. Me he cruzado con dos labriegos en sus tractores, uno joven, sobre una potente máquina que peina, escarda y rotura la tierra con sus artilugios mecánicos y sus ruedas, como de avión. Pasaba como flotando sobre sus neumáticos con forma de balón y sus mullidas ballestas de nueva tecnología. Luego he visto a otro labriego, este mayor, a lomos de un viejo tractor renqueante que parece haber soportado en sus chapas muchas aguadas y nubarrones, y que ha perdido el verde brillante de su nombre, “John Deere”, en infinitas tardes de sol, inacabables, devastadoras. El futuro y el pasado de la agricultura transitan por los mismos caminos. Máquinas para molturar los terrones, ayer, hoy y mañana, para cernir el grano de la paja, para romper el barbecho en el que sume el invierno a la tierra callada.

    Paro al fin a descansar tras siete horas de marcha. Escojo con cuidado un alto alejado del río, al margen de la humedad de la noche y del agua, sobre una fornida roca de arenisca que se alza por encima de las copas de los álamos de la orilla, desde las que llega una algarabía confusa de aves y pájaros que se aprestan, como yo, a pasar aquí la noche.

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