Dionisio Romero nos habla de la
trashumancia como una práctica ganadera muy ecológica. Pero nos está
hablando de muchas más cosas… Para el que quiera entender, claro… Este
texto formará parte del próximo monográfico de la revista "The
Ecologist", dedicado íntegramente a la ganadería ecológica.
La trashumancia, actividad humana y ganadera que obedece
con sensatez y fecundidad a los ciclos estacionales, prodiga vida con
su paso lento, que es generosa con la biodiversidad y que puede
ponernos en contacto con algo de nuestra primordialidad.
El hombre
ha pasado de habitar un “espacio liso” y, por lo tanto, accesible en
todas las direcciones, a un “espacio estriado”, y que nos encierra en la
monodireccionalidad de una carretera. Con
los cercados, la privatización y la agricultura intensiva, el hombre
moderno se ha dejado seducir por los espacios cerrados, fragmentación que
propicia la cultura del anonimato, de la vigilancia y del
experimentalismo social.
Lo cerrado, es cierto, nos permite las
condiciones ideales para la racionalización, el etiquetado y la
productividad y con ello se nos prometió un mayor conocimiento y una
mayor abundancia de bienes y privilegios. Pero el hombre de ahora ya
sabe que todas las promesas se han incumplido y desea recuperar un
espacio abierto, “liso”, virginal… Pero su deseo es solo otra “nostalgia
del futuro”.
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