El ferrocarril destruyó la trashumancia;
pero la velocidad no es fértil, no tiene tiempo para donar tiempo, no
sabe diseminar semillas, no alcanza a comprender que no hay destinos, ni
mapas, sino territorios perplejos y pasos lentos. El pastor que lleva a
su ganado, de día y de noche, a través de canchales, prados, bosques,
páramos, tiene una relación con su trabajo profundo y necesario, útil y
hermoso.
Hay esfuerzo real y frutos ciertos, hay incomodidad pero contento, hay hogueras, charlas, vino, descanso y otra vez esfuerzo.
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