La despoblación está tan de moda que, de un momento a otro, cualquier
tienda de esas que jamás estarán en un pueblo (gracias) sacará una
camiseta dedicada a la palabra mágica. Quién sabe si quizá le dediquen
una temporada entera (la de otoño–invierno, para que case más con el
ánimo del término). Camisetas con rebaños que se alejan o con románticos
caserones de piedras que lloran y evocan a los campos castellanos. Lo
mismo incluso sacan una totebag con estampado de tractores y espigas.
Más allá de la burla de la indumentaria y del recordatorio de cómo las reivindicaciones más legítimas son absorbidas por el sistema y despojadas de significado, el mundo rural asoma la patita tras